Seguro que aún recordáis cuando estudiamos los líquenes... Espera que os refresque la memoria..., ah, sí: un ejemplo de simbiosis entre un alga y un hongo.
Esto de las ciencias tiene su aquel, y resulta que los científicos tienen la manía de no parar de estudiar e investigar y acaban de descubrir un tercer componente en la composición de los líquenes, una levadura que, aunque parezca mentira, se había escapado hasta ahora de siglos de estudios y generaciones de estudiosos.
El investigador posdoctoral Toby Spribille y sus colegas de las universidades de Montana en Missoula, Uppsala (Suecia), Graz (Austria), Purdue (Estados Unidos) y el Instituto Canadiense de Investigación Avanzada en Toronto han tenido que emplearse a fondo para pillar in fraganti al tercer componente de la asociación simbiótica.
“Está por todas partes”, dice uno de los autores, John McCutcheon, “esta cosa ha estado escondida delante de las narices de todo el mundo durante más de 100 años; la gente probablemente estaba mirándola de frente, y pensaban que sabían lo que estaban viendo, pero en realidad estaban viendo otra cosa”.